sábado, 7 de febrero de 2015

Generación 79

Nací en el año 1979, lo cual significa que nunca he vivido en un año sin constitución.
Crecí entre seres de peluche como Espinete, Yupi, y los Fraggles. Fui testigo de un mundial con Naranjito, aunque apenas me acuerde, en esa televisión que fue de dos canales hasta que llegaron las privadas. Canté al ritmo de "mama chico me toca" y "mama qué sera lo que quiere el negro" sin saber muy bien a qué se referían.
Los 80 me pillaron muy pequeño para enterarme de la movida madrileña que también inundaba aquella España que salia del franquismo hacia el destape. En unos viejos walkman con cintas de cassette me llegaron las cintas de Alaska y Dinarama, los Hombres G o Meccano, aunque yo a quien no me cansaba de imitar era a Michael Jackson con su famoso gesto a la entrepierna  (cuando mi madre no miraba).
No era muy consciente como mi país iba cambiando... Yo iba a la EGB, y en historia nos explicaban mucho la época romana, la conquista musulmana, la reconquista... Sin embargo siempre faltaba tiempo a final de curso para llegar a la época moderna, sobre todo a eso que llamaban Guerra Civil.
De pequeño vi mapas de España con las dos Castillas en que aún figuraban como Castilla la Vieja y Castilla la Nueva... Mientras en el recreo jugábamos niños y niñas al Pilla-pilla, al Rescate, o al Salto de la Patata.
Crecí comiendo las golosinas llamadas Habichuelas, cuando por 1 peseta todavía te daban algo. Y fui poco a poco dándome cuenta como los helados de 25 pesetas, subían, y ya no podías comprarte nada decente si no era por las 85 pesetas que valía un twister choc.
Creci viendo El Halcón Callejero, El Trueno Azul, El equipo A, El Coche Fantástico... Fui testigo de como fueron llegando las telenovelas proveniente de latinoamerica: Cristal, Topacio, Doña Bella, etc; que echaban a medio día y que veían religiosamente mi abuela y mi madre para mi desesperación.
Luego llegaron las comedias de negros como decía mi padre, El Príncipe de Bel Air, o Cosas de Casa... Todas estas series se consumían sin más, no es como hoy que si no tienen un grupo detrás de followers no son nada.
Según me hacia mayor mi mundo también crecía. Exposición universal, juegos olímpicos, España era en el 92 el centro del mundo, y yo iba siendo consciente de que mundo era ese. La oferta televisiva crecía, mientras nos empeñábamos en descifrar las rayas del Canal +. Las cintas de música iban cambiando hacia los cds y ya no había que esperar a que la televisión echase la película que querías ver, los videoclubs cerca de casa iban siendo una realidad.
En la adolescencia, allá por los 90 el muro de Berlin caía, y la guerra fría parecía que también. Almodovar ya era un genio aunque yo seguía sin entenderlo. La música máquina de finales de los 80 daba paso al britpop y el grunge que iban calando entre mis generación como ese germen que les dice que es hora de cambiar cosas, por mucho que nos llamaran la Generación X.
La clase de gimnasia ahora se llamaba Educación Física, y se empeñaban en hacernos saltar el potro, como si nuestra vida dependiera de ello, aunque debo confesar que daba cierto orgullo superarlo sin problemas mientras el abusador de turno daba de bruces en la colchoneta.
En esa edad llegan las primeras pellas o piardas, las primeras tentaciones de fumarse un cigarro para ser guay, o de comprarse una moto Tifón que era lo que se llevaba. Intentabas no seguir las modas, mientras las seguías todas como con desgana, observabas como la chica que te gustaba siempre salia con chicos de varios cursos por encima. Mientras en España el socialismo de chaqueta de pana le daba paso a un señor con bigote que parecía muy bajito para gobernar.
Así ibas creciendo, teniendo que ir a la biblioteca cada vez que tenías que hacer un trabajo, escribiéndolos luego a mano y quizá con maquina de escribir. Casi nadie tenia ordenador en casa, y los que había eran de pantalla verde y lentos como ellos solos.
Las únicas pantallas que nos interesaban eran la de los videojuegos, que habian pasado desde los bares donde a nuestros padres no les hacia gracia que fueramos a echar partidas por 25 ptas, al salón de casa con las consolas. Era un mundo de colores donde los listos de clase se volvían como los demás niños, donde el tirillas podía derrotar a cualquiera, y donde ser una máquina jugando al fútbol en el recreo no se valoraba.
Los años de instituto con la crisis del 93 y años posteriores iban pasando sin darte mucha cuenta. Tus padres se quejaban y veías las colas del paro en las televisiones, pero a ti el plato de comida te seguía llegando a la mesa y tus obligaciones eran las de siempre. Los únicos problemas eran convencer a tus padre para que dejasen de comprarte la ropa, intentar salir los viernes y sábados hasta los más tarde posible, e intentar conseguir alcohol de alguna manera para beber como todos.
De pronto acceso a la universidad y esa vida que iba sobre ruedas.... tercero, cuarto, quinto...octavo, instituto... primero, segundo... COU, te dice que ya no hay más camino trazado que seguir, que tienes que elegir. Eso sí que es la caída del muro. Pero eliges.
El mundo también iba eligiendo, la perestroika, la cultura del pelotazo, los yuppies. La era de los dinosaurios de la mano de Steven Spielberg, los oscars a películas de Disney. Nuestros sueños de niños se iban materializando, de la mano de los ordenadores todo lo que creíamos imposible se iba haciendo realidad.
Las comedias familiares iban dando paso a las series de culto, Twin Peaks, Expediente X, CSI... Íbamos de lo normal a los extraño, de los problemas caseros, a los policiacos. Los juegos de niño a los juegos de mayores. Tu primera novia, tu primera cena a la luz de las velas, tu primera invitación a pasar la noche juntos, tus primeros miedos e inseguridades sexuales.

Así fueron acabando esos años 90, mientras esperábamos con miedo el efecto 2000 y no preveíamos el efecto 2001, cuando cayeron las torres gemelas y el mundo cambió. No todo iba a ser crecimiento sin fin, no todo era dinero, había otras cosas, conflictos enterrados en lo que es el modo de entender la vida, en el modo que hay de entender qué es crecimiento y qué explotación.
Nosotros nos íbamos digitalizando al tiempo, las primeras búsqueda en la web, de la mano de Ozu, de Ole, Yahoo como totem y una cosa llamada Google en pañales... Los primeros teléfonos móviles en nuestras manos, gruesos y de pantalla pequeña, al contrario de hoy día. Las cámaras de carrete de 24 o 32 disparos, iban dando paso a las digitales, y el ritual de ir a la tienda sin saber qué ibas a encontrar en tus fotos, pasó a tener que decidir cuales de las cien fotos que habías hecho ibas a revelar... perdón, imprimir.
Con la web llegó toda la música que pudiéramos descargar, todos los documentos que pudiéramos leer, y todo lo que siempre hubiéramos querido ver. Las cartas fueron e-mail. Los e-mail, fueron charlas por messsenger. Messenger desapareció al final por el uso de las redeso sociales y whatsapp.
El señor del bigote también se tambaleó con la sacudida en las torres gemelas, y tuvo que ver en su contra algunas de las manifestaciones más grandes de España con el lema -No a la guerra-. Y tú, el niño, el adolescente, empezabas a ser ciudadano, no solo porque votases, sino porque sentías que el mundo también te pertenecía y tenias que ir movilizándote, adquirías consciencia de clase.
Luego llegó Zapatero, los mp3, los teléfonos de pantalla táctil, la mejor comedia española en años... Airbag, Torrente, etc. El auge de los oscars, los goya, el medio tiempo de en la superbowl, el desfile de Victoria´s secret, etc.
Una historia demasiado amplia para resumirla aquí. Sólo espero que os hayáis sentido un poco identificados por este breve repaso a mi vida y la vuestra.