lunes, 13 de mayo de 2013

67 ¿De verdad nos importa lo que les pasa a los demás?

Hace poco me acorde del triste caso de Antonio Meño:

El joven quedó en coma vegetativo el 3 julio de 1989, cuando tenía 21 años, tras someterse a una rinoplastia en la Clínica Nuestra Señora de América de Madrid.

En la primera sentencia de 1993, la Justicia obligó a la aseguradora a indemnizar a Antonio Meño con 172 millones de pesetas (más de un millón de euros). No obstante, tanto el juzgado de Primera Instancia número 11 de Madrid como la Audiencia de Madrid (en 2000) y el Tribunal Supremo (en 2008) rechazaron las demandas de la familia y concluyeron que no existió negligencia médica.

Tras esta decisión, los padres de Meño instalaron en 2009 un campamento en la madrileña plaza Jacinto Benavente de Madrid, junto al Ministerio de Justicia, para reclamar una salida digna a la situación de su hijo; y permanecieron allí acampados durante 522 días.

El 28 de abril de 2011 se celebró el primer acto de conciliación y, tras una primera falta de acuerdo económico, el 14 de julio ambas partes firmaron el pacto por el que la familia de Meño recibió una indemnización de 1.075.000 euros, lo que puso fin a 22 años de litigio.

Recuerdo a ver visto las imágenes de la gente aplaudiendo fuera de los juzgados tras la sentencia y como todo eran buenas palabras.

Y yo pienso, ¿y si aquellos que les vieron esos 522 días acampados se hubiesen sentado junto a ellos? Porqué imagino que en 522 pasarían un montón de personas por allí, y si se hubiesen indignado como debían o como demostraron según aplaudían hubieran hecho mucha presión para dar al asunto mayor celeridad.

Y si los del 15M en vez de portar pancartas simplemente se sentarán en la calle a hacer huelga de hambre, supongo que el gobierno tendría que reaccionar para no dejar morir a tanta gente.

Lo sé, estoy exagerando. Pero, ¿de verdad nos importa lo que les pasa a los demás?

 

 

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